
Marie Poussepin nos enseña que cuando el corazón y la voz se abrazan, las palabras se llenan de verdad y cada silencio se hace amor. Aprendamos a danzar con ellas, dejando que su ritmo sea suave como el perdón y firme como la verdad. Que nuestras palabras curen con ternura, tiendan puentes donde hubo distancia y siembren paz en los corazones, porque cuando el amor habita en lo que decimos, Dios vuelve a hacerse presente.




